Comentario
En las diferentes leyendas acerca del origen y la historia de los aztecas hay varias referencias a matrimonios más o menos sagrados, que parecen indicar la importancia de la mujer como transmisora de nobleza y poder.
La mujer jugó sin duda un papel importante en el sistema de alianzas de toda la América prehispánica, y desde luego en el ámbito mesoamericano. Mujeres históricas y legendarias protagonizaron episodios vinculados a guerras o a alianzas entre los aztecas y otros pueblos del México prehispánico. Los numerosos matrimonios de los gobernantes no estaban destinados tanto a procurar el goce de los mismos, como a asegurar la amistad política de los señores de Tenochtitlan con los de otros pueblos. Del mismo modo, la afrenta hecha a una mujer podía generar un enfrentamiento bélico entre el pueblo de origen de la mujer y el de los que la habían afrentado.
Las alianzas políticas basadas en enlaces matrimoniales no solo están presentes en toda la historia de los pueblos mesoamericanos, sino que en diferentes relatos míticos parecen servir de sustento a la legitimación de un gobernante o de la hegemonía de un pueblo. La leyenda de origen de los aztecas en un ejemplo claro de esta realidad. Cuenta el relato que los mexica, procedentes del mítico país de Aztlan, recorrían el centro de México buscando un lugar en el que asentarse. En ese peregrinar les dirigía Huitzilopochtli, dios de la guerra. Después de varios intentos, lograron que el señor de Culhuacan les permitiera asentarse en n lugar que nadie quería, por estar infestado de serpientes venenosas. Los mexica acabaron con las serpientes, y se establecieron allí, logrando así un tiempo de sosiego. Pero no era esta paz lo que deseaba su dios, y así les condujo a una situación que terminaría enfrentándolos con el señor de Culhuacan, y obligándoles a abandonar ese territorio. Según la narración de Tovar, el dios se dirigió a los mexica en los siguientes términos:
"necesidad tenemos de buscar una mujer, la cual se ha de llamar la Mujer de la Discordia, y ésta se ha de llamar mi abuela en el lugar donde hemos de ir a morar, porque no es este sitio donde hemos de hacer nuestra habitación, más atrás queda el asiento que os tengo prometido, y es necesario que la ocasión de dejar este que ahora habitamos sea con guerra y muerte y que empecemos a levantar nuestras armas, arcos, flechas, rodelas y espadas y demos a entender al mundo el valor de nuestras personas. Comenzad pues a apercibiros de las cosas necesarias para vuestra defensa y ofensa de nuestros enemigos, y búsquese luego medio para que salgamos de este lugar. Y sea éste: que luego vayáis al rey de Culhuacan y le pidáis su hija para mi servicio, el cual luego os la dará, y ésta ha de ser la mujer de la discordia como adelante lo veréis"
Los mexicas obedecieron a su dios, y el señor de Culhuacan se mostró presto a cumplir los deseos del dios mexica, considerando sin duda que la entrega de su hija como reina y "abuela del dios" sería el inicio de una interesante alianza. Pero dura debió ser la decepción cuando vio que la ceremonia de "matrimonio" consistía en realidad en un rito de desollamiento en que su hija era ofrecida en sacrificio al dios de los aztecas. Y así, lo que auguraba ser el inicio de una relación de alianza, se saldó con un enfrentamiento y la expulsión de los mexicas de aquel territorio.